Mejora continua. Ese es el principio más importante de la metodología Kaizen que establece la importancia del paso a paso y de los pequeños retos para poder avanzar sobre seguro. Si eres de los que sigue las metodologías de productividad y evolución personal y profesional, Kaizen te gustará y al implementarla, apreciarás cambios inmediatos. Si los japoneses siguieron este método para convertirse en potencia mundial cuanto menos, hay que leer sobre ella.

Método Kaizen, ¿qué es?

La metodologías Kaizen tiene su origen en Japón donde se instauró como modelo de trabajo en empresas tan importantes como Toyota, Honda o Sony. Empresas que gracias a esta fórmula de trabajo, revolucionando sus sectores llegando a ser las más representativas de sus sectores.

El objetivo principal del método Kaizen es conseguir que el negocio – el proyecto sea mejor que ayer pero peor que mañana. Es decir, se basa en la mejora continua y constante.

¿Por qué una mejora continua y constante? Porque el escenario está en continuo cambio y nada puede permanecer estático ya que en ese caso, estará fuera de mercado y de juego. El cliente – consumidor, cambia sus hábitos. Las materias primas, evolucionan. Las formas productivas, se modifican. Si la empresa no avanza en este sentido, es imposible estar a la altura por lo que hay que ser mejor que ayer pero peor que mañana y siempre, tener el punto de mira en evolucionar.

Los japoneses apuestan por el día a día, el paso a paso y ahí es donde está la clave de todo. No puedes hacer un largo viaje si no atiendes a las estaciones, a las etapas y fases y las acometes como si fuesen proyectos en sí mismas. Ahí es donde radica el éxito del método Kaizen: en el poder de las etapas y fases.

Origen del método Kaizen

Aunque parezca algo ancestral como casi todo lo que viene de Asia y concretamente de Japón, la filosofía Kaizen tiene poco más de medio siglo y es que fue en la década de 1950 cuando Japón se encontraba ocupada por EEUU y se desarrolló el programa “Training Within Industry”.

Dicho programa se centraba en el desarrollo de los mandos intermedios nipones a través de las consultorías y asesorías de los americanos para incentivar las empresas e industrias aumentando la productividad y el trabajo diario. Así, de la unión de esta tendencia racional importada por los americanos y la filosofía milenaria japonesa nació lo que hoy conocemos como el Método Kaizen o “la Estrategia de Mejora de la Calidad Kaizen” que ayudó a Japón a colocarse como una de las primeras economías a nivel mundial.

Dado sus efectos positivos y sus beneficios, a día de hoy no solo se aplica en ámbitos empresariales sino también a título personal y en la vida diaria. Actualmente los japoneses lo tienen más que instaurado en sus vidas y  actividades cotidianas.

Los principios básicos de la filosofía Kaizen

Si cada día mejoras un 1%, con el tiempo y la constancia, podrás alcanzar una gran transformación. La constancia y el empeño es lo que hace poderoso a este método.

Es mejor hacer día a día y mejorar en pequeñas cosas a largo plazo de forma continua que hacer grandes cosas puntuales que no llegan a producirse por la complejidad que supone y las necesidades que implica.

El método Kaizen elimina de su escenario uno de los principales escollos para el cambio: el miedo o temor a lo que viene, a lo desconocido. Cuando nos enfrentamos a procesos complicados aparece el temor a lo que está por venir y que no conocemos. Por el contrario, si implementamos pequeños cambios pero constantes la transformación será más natural y la integraremos de forma que casi no nos demos cuenta.

La frustración también desaparece con esta filosofía de trabajo ya que al no marcarnos grandes metas inalcanzables, que nos dejan exhaustos y que si no llegamos nos dejan derrotados, no tenemos la sensación propia de no haber cumplido. Las fases y los hitos son diarios y alcanzables lo que hace que cada jornada cumplamos nuestras propias expectativas cambiando así la frustración por satisfacción, uno de los actores imprescindibles para cualquier cambio y evolución.

Y por supuesto, si hay algo que con este método no tiene lugar es la procrastinación. Procrastinar es muy normal y habitual cuando nos enfrentamos a grandes proyectos que se presentan como inmensas moles de trabajo, tiempo y en nada nos llevan a la desilusión y aburrimiento. Entrando en ese bucle lo más normal es procrastinar, dejarlo todo para mañana, y mañana, y mañana. Kaizen propone tareas y etapas diarias, mejoras continuas que fulminan a la procrastinación de nuestra vida.

Pasos pequeños y no fallarás

Si haces pequeños trabajos, tareas muy asumibles y que se pueden ir terminando en el día es casi imposible fallar o lo que es mejor, se puede fallar pero siempre con una posibilidad total de primero, identificar el error y después, corregirlo sobre la marcha.

Por el contrario, si atajamos grandes tareas complicadas y muy pesadas, el error puede pasar inadvertido y cuando se descubra, arreglarlo puede suponer mucho más trabajo que lo que ya se ha realizado hasta el momento con el consecuente gasto de tiempo, dinero y frustración para todos.

Se trata de ir paso a paso, elaborar una cadena de tareas en la que se avance a cada momento y se evolucione de forma constante y sostenible. Una meta cumplida cada día, en cada momento y con pleno conocimiento de que estamos andando.

Sentir que estamos parados es el peor enemigo de un trabajador así que instaura ahora el método Kaizen en tu compañía, establece tareas y hitos diarios para tu equipo, ayúdate de un buen tablero Kanban que puedes tener diseñado en soluciones online como billage y el cambio en tu organización llegará de forma inmediata.